domingo, 12 de diciembre de 2010

Un liberto en Roma

Voy a contaros una historia, mi historia.

Naci en Roma hace 47 años, tenía una familia humilde y un destino marcado, servir a un dominus.
Desde pequeña tenia bien sabido que mi destino era acabar sirviendo a una persona superior a mi en la sociedad, y ese momento se me presento unas semanas después de haber cumplido mis 18 años.
Tuve que empezar a trabajar en casa de una familia bastante poderosa en la ciudad.
Entré con la esperanza de poder servir a mis amos lo mejor posible, y con la gran ilusión de poder ser liberada, pero mi esperanza y mi ilusión desaparecieron a los pocos meses de estar en esa casa.
Trabajaba de sol a sol, cada mañana me levantaba a las 5.30h para prepararle un buen desayuno a Julio, mi amo, que tenia que salir a trabajar poco después. Seguidamente tenia que despertar a Lydia y a Marco, los dos hijos de la familia, arreglar sus habitaciones, vestirlos, prepararles el desayuno y llevarlos a sus clases, donde una hombre joven y simpático les enseñaba todo lo necesario que debían saber en sus vidas.
Mientras estaban en sus clases debía volver a la casa, limpiarla de arriba a abajo, tres plantas de cincuenta metros cuadrados cada una, debía ir al rio a labar la ropa, regresar rápidamente a la casa y preparar la comida, ir a hacer la compra, recoger a los hijos, darles de comer, servir todas las necesidades de mi señora y un seguido de tareas interminables que no me permitían ni descansar para comer.
Y por cada falta leve que cometiera se me implantaban duras sanciones.


Mi ama, por otro lado, me veía como una rival entre su esposo y ella, yo era joven y atractiva y a ella... los años le empezaban a dejar huella. Creía que yo quería arrebatarle a su marido y así poder dejar de ser una esclava, así que constantemente criticaba mis tareas delante de Julio, y mentía sobre mi para que este me sancionara. Una de las sanciones más comunes que recaían sobre mi era, cuando me echaban a la calle por la noche i debía dormir sobre la húmeda i fría tierra del huerto trasero de la casa, lo que conllevo con el paso de los años a causar estragos en mi salud y en mi físico.

Los hijos fueron creciendo, y se fueron de casa, en ese momento volví a tener la esperanza de poder tener algo mas de tiempo para mi, y no tener que trabajar tan duramente, pero la esperanza volvió a desaparecer, ya que Aurelia se había hecho mayor y necesitaba según ella toda la atención que yo le pudiera proporcionar. Debía estar todo el día a su lado atendiendo cualquier necesidad por mínima que fuese.

Un día, Aurelia, al escuchar a Julio hablar conmigo sobre mi buena labor durante los últimos meses, y repetirme constantemente que estaba contento con mi trabajo, se sintió muy celosa ya que su marido nunca le decía ningún cumplido.
Así que, se juró a si misma que se vengaría y así lo hizo, al día siguiente se levanto antes de que amaneciera y cogió unos valiosos sellos que tenia su esposo guardados en una vitrina. Cuando ya había amanecido y yo estaba limpiando la casa ella los colocó junto a mis pertenencias, y en cuanto Julio apareció, ella le comentó sobre la desaparición de estos sellos, dado que en la casa en ese momento solo vivíamos Julio, Aurelia y yo, me vio como única sospechosa y decepcionado conmigo porque se sentía engañado, comenzó a registrar todas mis pertenecías. Tras buscar y buscar, encontró una cajita de madera, y cuando la abrió se encontró con los sellos que habían desaparecido.
Esa noche, la sanción no fue la común, Julio me agredió infinitas veces y me tiro medio muerta a la calle. Cuando desperté a la mañana siguiente, casi no podía moverme, tenia todo el cuerpo magullado, y estaba llena de barro porque esa noche había llovido pero pese al dolor debía seguir realizando todas mis tareas.
Las cosas empeoraron, ya que no se me permitía comer, ni dormir en la casa, y mi estado de salud cada vez era peor, así que decidí poner fin a esta historia, en la que encima yo no era la culpable.

Y ahora aquí estoy, encerrada entre estas cuatro paredes, esperando a que se hagan las siete de la tarde, para despedirme de este mundo, que no me ha dado nada bueno, y en realidad preferiría que esto hubiera sucedido antes.
Esta tarde a las 19.00h me van a ejecutar por el asesinato de Julio y Aurelia.
Si, era la única solución, envenenarlos, matarlos para conocer la libertad aunque fuera por unos días.

FIN.


Beatriz Andreu Martínez, 1º Bachillerato A

1 comentario:

  1. Me ha gustado la historia, Bea. Sólo falta que corrijas algunas faltas de ortografía y justifiques el texto

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