martes, 27 de noviembre de 2012

«El latín es la lengua de nuestras raíces, pero también funciona en Twitter»



ENTREVISTA CON ROBERTO SPATARO, SECRETARIO DE LA NUEVA PONTIFICIA ACADEMIA DE LATINIDAD, INSTITUIDA POR BENEDICTO XVI

...en el “motu proprio” del Papa hay un detalle que me parece muy significativo. Declara que la enseñanza del latín se debe llevar a cabo con «métodos didácticos adecuados a las nuevas condiciones». Creo que se refiere al llamado “metodo natura” que logra buenos resultados cuando se aplica. Por ejemplo, la academia Vivarium Novum en donde se usa: los estudiantes jóvenes, provenientes de todo el mundo, aprenden latín en poco tiempo y aprenden a leer a los clásicos sin necesidad de un diccionario.





Con la publicación del “motu proprio” que instituye la Pontificia Academia de Latinidad, Benedicto XVI quiso subrayar que hoy, «en el contexto de una decadencia generalizada de los estudios humanistas», se muestra concretamente «el peligro de un conocimiento cada vez más superficial de la lengua latina, incluso en el ámbito de los estudios filosóficos y teológicos de los futuros sacerdotes». Vatican Insider entrevistó al latinista salesiano Roberto Spataro, que el Papa Ratzinger nombró hoy secretario de la nueva Academia.

Don Roberto, ¿qué sentido tiene instituir una Academia para el latín en la época de Twitter? ¿No corre el riesgo de convertirse en una decisión nostálgica?

Le respondo, sobre todo, con una observación: Twitter es un instrumento que impone una comunicación rápida. El latín, a diferencia de las lenguas modernas, adopta, generalmente menos palabras para expresar una idea. Si yo digo en inglés “the corruption of the best one is horrible”, en latín, en lugar de las ocho inglesas, bastan tres palabras: “corruptio optimi pessima”. El latín es una lengua que ayuda a pensar con claridad, precisión y sobriedad. Sin embargo, el motivo principal por el que el Santo Padre decidió instituir esta Academia es mucho más profundo: no se puede, y no se debe, romper el vínculo con las raíces de la cultura humanista que se expresó en latín, nació en el mundo greco-latino, floreció con el Cristianismo, se profundizó con el Humanismo y que ha producido un patrimonio excepcional de ciencia, sabiduría y fe.

Entonces es una cuestión de cultura...

Sin esta cultura, todos nos empobrecemos. A veces el “ethos” de los pueblos del occidente y de otras regiones, pierde una parte de su alma. El latín es la lengua de los maestros que no desapareceránnunca: Terencio, con su “homo latino”; Cicerón, con su concepto de “humanitas” y su ideal de “res publica”; Horacio, con su “aurea mediocritas”; Livio, con sus ejemplos de “virtus”; Séneca, que nos enseña que todos los seres humanos, incluso los esclavos, tienen su dignidad inalienable; y todos los demás autores de la Latinitas clásica, áurea, postclásica, cristiana, medieval, humanista y neolatina.

¿Cómo trabaja la Academia? ¿Qué se puede hacer para difundir más la lengua latina?

La Academia, al ser una institución científica, pondrá en marcha las iniciativas típicas de un órgano de este tipo: cursos, congresos, publicaciones. Particularmente, en el estatuto se pide una estrecha colaboración con el Pontificium Institutum Altioris Latinitatis, fundado en 1964 por el Papa Pablo VI, y donde tuve el honor de enseñar. Pero en el “motu proprio” del Papa hay un detalle que me parece muy significativo. Declara que la enseñanza del latín se debe llevar a cabo con « métodos didácticos adecuados a las nuevas condiciones». Creo que se refiere al llamado “metodo natura” que logra buenos resultados cuando se aplica. Por ejemplo, la academia Vivarium Novum en donde se usa: los estudiantes jóvenes, provenientes de todo el mundo, aprenden latín en poco tiempo y aprenden a leer a los clásicos sin necesidad de un diccionario.

¿Cuál es la relación que existe entre el latín y la fe cristiana?
¡Es una relación de amistad! En la constitución apostólica “Veterum Sapientia” de Juan XXIII (1962) se recuerda que la lengua latina es inmutable, por lo que está fija en registros bien definidos y alejados de la naturaleza mutable de las lenguas nacionales. Esto ofrece la posibilidad de expresar los conceptos clara y sólidamente. El latín se ha revelado por esta razón una lengua válida para comunicar el pensamiento con certeza, fuerza, precisión y con una gran riqueza de matices. Por ello es la lengua del magisterio, sobre todo en materia dogmática, en donde no se admiten las ambigüedades, y en el ámbito de la liturgia, en la que se encuentran la tierra y el Cielo, y en la que las “res humanae”, transitorias, se sumergen en las “res divinae”, eternas e inmutables en su perfección.

Durante el último Concilio, el latín todavía era una lengua que los padres conciliares conocían. Según su opinión, ¿cuál será la lengua del Vaticano III?

No creo que la celebración del Vaticano III sea inminente. Sin embargo, me queda claro que la “editio typica” de los documentos oficiales ¡será en latín! 


LUDI LATINI

La jornada de Cultura Clásica de Sagunt siempre es muy provechosa. En las entradas anteriores encontraréis juegos para practicar el latín. Gracias a sus creadores, Germán González y Antonio González, por compartir su trabajo

LUDUS SACCULI

Instrucciones previas: Hay que tener una caja (o una bolsa opaca) con las tarjetas fotocopiadas dentro. También es necesario algo de música. Los jugadores han de tener papel y algo con lo que escribir. Los jugadores (han de ser más de 3) se sientan en círculo. Desarrollo del juego: Comienza a sonar la música y la caja va pasando de mano en mano sin parar. En el momento en que se detenga la música juega el participante que tenga la caja en sus manos. Antes de abrir la caja ha de elegir un compañero, que correrá la misma suerte que el que tiene la caja (será eliminado o seguirá en el juego). Sin mirar, se saca una tarjeta de la caja y se cumplen las instrucciones. Para alargar más el juego, dependiendo del número de jugadores, se puede eliminar por acumulación de puntos negativos (cuando haya tres fallos, por ejemplo), así se puede jugar más rato. Se ha de establecer previamente un tiempo máximo para resolver las pruebas, dependiendo del nivel de los participantes. Las tarjetas son de varios tipos: ordo, grammatica, pictura, vetitum y mimus. El objetivo del juego es no quedar descalificado por acumulación de fallos.

VIDEO, VIDEO. CENTUM VOCABULA SCHOLARIA

La secuencia del juego es: Primer jugador (profesor), tras anotar la palabra en un papel: Video, video. Todos: Quid vides? Primer jugador: Video aliquid quod a littera ___ incipit. Jugadores: Estne ____________? Primer jugador: ita (est), certe, rectum est / non (est), minime, pravum est. Se reanuda el juego con el alumno que haya acertado. Si se juega con los objetos que haya en el aula, éstos siempre tienen que estar a la vista de todos.



EL LATÍN HA MUERTO. ¡VIVA EL LATÍN!

El latín ha muerto, ¡Viva el latín!

lunes, 26 de noviembre de 2012

LA DOMUS


LA VIDA COTIDIANA EN UNA DOMUS ROMANA (aprox. 100 d.C.)



domingo, 25 de noviembre de 2012

VIAE ROMANORUM

Estamos en el Capitulum VI de Lingua Latina. En él aparecen las vias de comunicación romanas. 

Aquí y aquí os dejo unos enlaces sobre las calzadas romanas que os servirán para contestar a las siguientes preguntas:


  1. ¿Por qué construyeron los romanos las calzadas?
  2. Partes de la calzada
  3. La palabra stratum que derivados ha producido en las lenguas romances y no romances
  4. ¿ Había diferencias en la construcción de la calzada según el lugar?
  5. ¿Qué papel tenían la fossa y el agger ?
  6. ¿Qué medida tenía la via ?
  7. ¿Quienes construían las calzadas?
  8. Define miliario, miliarium aureum ,milla
  9. ¿Qué nombre recibían los encargados del mantenimiento de las calzadas en el imperio ?
  10. Explica la progresión en la construcción de las vias
  11. Regulación del tráfico viario
  12. Inconvenientes del viaje y de la proliferación de calzadas
  13. Tipos de transporte para personas
  14. ¿Qué ha quedado de las calzadas romanas?
  15. Busca las vías romanas más importantes de Hispania

domingo, 11 de noviembre de 2012

SOPA DE LETRAS. TEMA I Y II

Para mis alumn@s de 4 ESO. Aquí tenéis una sopa de letras con vocabulario de las dos primeras lecciones. Espero vuestras sopas!

CRUCIGRAMA PARTES DE LA DOMUS

Carissimis discipulis! Recordad las partes de la domus pinchando AQUÍ

viernes, 2 de noviembre de 2012

LA NINFA CALIPSO

Nuestra deuda con Atenas Charlatanes y discutidores, los griegos inventaron casi todos los caminos del saber Carlos García Gual 7 JUL 2012

Inauguraron una actitud ante el mundo: tenían un inaudito afán de conocer y conocerse, entusiasmo por la libertad, anhelo de belleza cotidiana y una animosa confianza en el diálogo. En las orillas del mar, “sonrisa innumerable de las olas” y camino de infinitas aventuras, inventaron leyes, exploraron el cosmos y teorizaron con entusiasmo. Para retratar el carácter ateniense, Pericles dijo, según cuenta Tucídides: “Amamos la belleza sin ostentación y buscamos el saber tenazmente”. Admirable lema para una ciudad y una cultura. Y solo a un griego como Aristóteles se le pudo ocurrir como algo evidente que “por naturaleza, todos los hombres anhelan el saber”. A otros pueblos los definen otros afanes: aman la piedad religiosa, el dinero, las guerras de conquista, el fútbol o la gastronomía. Solo en Grecia “filosofar” no fue un raro oficio profesional, solo allí fue la política una tarea común de la democracia. En Atenas, la educación comenzaba por saber poesía (Homero, sobre todo) y acudir al teatro de Dioniso. Otras ciudades anteponían el atletismo, la gimnasia y las hazañas bélicas. Los dioses griegos, hechos a imagen y semejanza de los seres humanos, incluso demasiado humanos, pero más hermosos, frívolos y felices, no acongojaban la vida de sus creyentes; fiestas colectivas y certámenes deportivos eran frecuentes y populares. Frente al despotismo de otros pueblos, como los persas, los griegos —cuenta Heródoto— se sentían orgullosos de obedecer solo a sus propias leyes; frente al hieratismo de los sabios egipcios, creían en la vivacidad y la belleza de lo efímero con entusiasmo juvenil. El arte en otros países es rígido, solemne y atemporal; el de los griegos expresa el amor a lo humano embellecido y trágico, como hacen a su modo sus poetas y sus pensadores. La inquietud intelectual, la exploración del mundo y de uno mismo, la pregunta por la naturaleza y la condición humana son rasgos históricos del helénico estar en el mundo. Sabiendo que “todo fluye” (Heráclito) y “no todo lo enseñaron desde el principio los dioses; con el tiempo, avanzando en su busca, los hombres encuentran lo mejor” (Jenófanes), y “el ser humano es la medida de todas las cosas” (Protágoras), y “la medida es lo mejor” (uno de los siete sabios), y “la vida irreflexiva no es digna de vivirse” (Sócrates). Los griegos inventaron o rediseñaron casi todos los caminos del saber: los más clásicos géneros literarios (poesía épica y lírica, la tragedia y la comedia), la historia, la filosofía y la medicina, las matemáticas, la astronomía, la política y la retórica, la ética y la astronomía y la geografía, los juegos atléticos, la escultura y las artes plásticas, etcétera. Pero más allá de los datos concretos, de todo el inmenso y prolífico legado que anima las raíces de nuestra cultura, lo más admirable es esa apertura o inquietud del espíritu. Lo que el léxico recuerda en tantísimos vocablos de abolengo heleno: kosmos, physis, philosophía, téchne, nomos, demokratía, politiké, poíesis, mythos, logos, historía, arché, théatron, etcétera. (Es decir, universo y orden, naturaleza, filosofía, arte y técnica, ley, democracia, ciudadanía, poesía, mito, palabra y razón, historia, principio, teatro, etcétera). Si nos pidieran definir lo griego en dos palabras, elegiríamos logos y polis, con el visto bueno de Aristóteles, que definió el ser humano (ánthropos) como una animal de ciudad (zoon politikón) que tiene logos. (Logos es intraducible por su amplio campo semántico: significa “palabra, razón, relato, razonamiento, cálculo” y su sentido se precisa en el contexto). Dios es fundamentalmente logos, dirá el evangelio de Juan. Como animal lógico y político, el hombre necesita el diálogo y el ágora y el teatro. Exageraba Borges cuando dijo: “Los griegos inventaron el diálogo”, pero ciertamente lo practicaron más que ningún pueblo. Eran charlatanes y discutidores sin tasa. Platón escribió toda su filosofía en diálogos dirigidos por Sócrates, inolvidable conversador. Frente al logos estaba, como sabemos, el mythos (relato antiguo y memorable). En la competencia de ambos, una historia bastante conocida, se impuso el primero, que explicaba el mundo de modo más objetivo y, como diría alguno, más rentable. Porque con él se podía razonar sobre todo: “Justificar las apariencias” o “salvar los fenómenos” (según Anaxágoras) y demostrar que existe “una armonía oculta mejor que la visible” (Heráclito). La lógica y los silogismos justificaban la realidad mucho mejor que los fantásticos mitos. Aun así, el mito subsistió en la imaginación y la literatura. Y debemos dar gracias (y no solo a los dioses) por los encantos de su espléndida mitología. Aunque ya no sintamos devoción por los dioses griegos ni hagamos poemas a sus héroes, pensemos qué pobre sería nuestro imaginario y nuestro arte sin sus figuras seductoras, sin sus nombres y gestas. Sin Odiseo ni Hércules, sin Orfeo ni Edipo, sin la bella Helena; sin Dioniso, sin Afrodita, sin Prometeo, y otros fantasmas familiares. No hay en la cultura universal ningún otro repertorio fabuloso comparable en fantasía dramática ni en prestigio literario. No voy a insistir en los prestigios míticos, pero sí quiero apuntar que se prestan a múltiples reciclajes y recreaciones (que fueron materia constante del teatro clásico). A menudo de hondo trasfondo humanista. Un ejemplo: Prometeo les robó el fuego a los dioses para dárselo a los humanos (que sin él habrían muerto pronto de hambre y frío). Según Esquilo, inventó todas las artes y técnicas: de la navegación a la medicina, incluyendo la escritura, los números (“el saber más alto”) y la mántica. Por ello, Zeus lo castigó y tuvo que sufrir tormento en el Cáucaso, redentor rebelde y revolucionario. Había irritado a los dioses su “amor a los humanos”, su titánico trópos philánthropos. La philanthropía, otra clara palabra griega, está relacionada en un viejo texto hipocrático con philotechnía (amor a la téchne, otra palabra de difícil traducción, es tanto “técnica” como “arte, oficio”). Ambas cosas deben ir unidas, en la intención del viejo Titán y en la del anónimo escritor. La filantropía es un hermoso concepto que se desarrolló sobre todo en el helenismo, cuando algunos griegos posalejandrinos hicieron notar que la distinción usual entre “griegos” y “bárbaros” no debía fundarse en la raza ni en el país de origen, sino en la educación y la cultura (paideia). Solo esta marcaba la diferencia entre unos y otros. Los estoicos, entonces, sostenían la fraternidad de todos los seres humanos, miembros de una sola comunidad, que compartía el logos. En latín, paideia se tradujo acertadamente como “humanitas”. (Se nos va quedando lejos la idea griega de educación, cuando la reducimos a un aprendizaje de “destrezas” y manejo de diversas tecnologías orientadas a lo más rentable, algo que no entraba en la idea antigua de la educación, la que heredó y desarrolló a su sombra el humanismo europeo). En las estatuas de los jóvenes y en las de los dioses se aprecia el sentido helénico de la belleza, idealizada en la época clásica y más realista y apasionada luego. Un ideal de belleza que ha perdurado siglos. Pero la seducción de sus imágenes no solo se halla en los grandes monumentos y no solo anima los textos más clásicos, sino que animaba el encanto de sus artes menores. Una copa o una urna griega reflejan el mismo afán por lo bello. No solo nos fascinan los templos de esbeltas columnas o los vastos teatros, sino también las pequeñas esculturas o las escenas de la humilde cerámica, que atestiguan una vivaz y original artesanía de gracia inimitable. Incluso en sus logros más sencillos se percibe la “noble sencillez y serena nobleza”, según la famosa frase de Winckelmann. Platón escribió que el impulso natural del filosofar estaba en la admiración. Dice Heródoto que la historia se escribe para salvar del olvido “hechos y cosas admirables”. Admirarse del mundo motivó su incesante ardor creativo y su busca de explicaciones en los ámbitos más diversos de la poesía y la cultura. Frente al moderno y fáustico homo faber, entregado con furor a la tecnología y la mecánica, el griego era contemplativo y dialogante, entusiasta de la belleza del cuerpo y del alma, experto en viajes odiseicos. El amor por la Grecia antigua y el estudio histórico del mundo clásico marcaron el humanismo europeo desde el Renacimiento hasta el siglo XX. La imagen idealizada de Grecia revivió en el estudio filológico de los textos y la arqueología de sus ruinas. El filohelenismo tuvo larga vigencia en la Europa ilustrada y la romántica. Keats dijo: “Los griegos somos nosotros”. Son los europeos —alemanes, ingleses, franceses, italianos— quienes han recobrado a fondo la cultura clásica en Grecia, quienes han estudiado tan a fondo a Homero y a Platón. La nostalgia de lo helénico fue un síntoma europeo. En su artículo ¿Por qué Grecia?, evocando el libro de J. de Romilly, Vargas Llosa recordaba cuánto guarda Europa de su luminosa cultura. Tal vez, sí, nos estemos alejando, a zancadas, de ella. Cierto es que la economía no suele ser compasiva con la cultura. Cierto que los griegos de hoy no son los hijos de Pericles. Pero aun así, pensar en una Europa que deje excluidos a los griegos, parece —no solo en un plano simbólico— un gesto notablemente bárbaro, muy en contra de nuestra tradición humanista.

EL MUNDO CLASICO EN LA 2